Noviembre es un mes famoso en el mundillo de los escritores amateurs, aficionados, jóvenes e inquietos en general porque es el Mes Nacional de Escritura de Novela, más conocido como NaNoWriMo (National Novel Writing Month), un evento digital de escritura que nació en EE. UU., se ha extendido a todo el mundo y congrega ya a unos 400.000 escritores aficionados cada año. El reto es aparentemente sencillo: escribir durante el mes de noviembre el primer borrador o, al menos, las primeras 50.000 palabras de una novela (unas 120 páginas, que se dice pronto). A mí, que he participado cuatro vec es y nunca he conseguido terminar, me parece muy complicado, no sólo por el ritmo constante que exige y que me gustaría alcanzar, sino porque exige escribir sin mapas y sin esquemas, y yo no soy capaz. Pero todos los años lo intento.
Este año he afrontado el reto con un objetivo humilde: empezar, aunque no llegue a las 50.000 palabras, una nueva novela, creando mi propio universo de fantasía. Me apetece inventarme un mundo, uno mío, y he partido con ganas de una idea que me ronda en la cabeza desde hace un par de meses y me parece estimulante.
El caso es que, tras comentar el argumento a un par de personas, me he encontrado con un comentario que me ha llamado la atención: “Ten cuidado, no vayas a escribir una novela demasiado feminista”. No se trata de una cuestión argumental, me aclaran, sino de que no me cierre de entrada un público valioso, tanto cualitativa como cuantitativamente. El masculino, se entiende.
Las cuestiones a considerar son varias: ¿qué es una novela “demasiado feminista”?
E incluso, ¿puede ser una novela demasiado feminista? Y, ¿debería preocuparme escribir una? Si atendemos a las definiciones el feminismo no es más que la búsqueda de la igualdad entre hombres y mujeres en todos los ámbitos de la sociedad. En ese sentido, ¿hablamos de una novela que se preocupe demasiado por la cuestión de la igualdad? ¿Una novela con demasiados personajes femeninos complejos e interesantes? ¿Esto podría, de alguna manera, incomodar a un público masculino?
Me pregunto si, según esta consideración, debería pensarse que hay novelas “demasiado machistas”. ¿Cuáles son? ¿Las que sólo tienen personajes masculinos, o sólo se ocupan de desarrollarlos a éstos? ¿Cómo Moby Dick, por ejemplo? ¿O Crimen y castigo? ¿O toda la literatura de Philip Roth (que no carece de personajes femeninos, pero, reconozcámoslo, se ocupa fundamentalmente de cuestiones masculinas). ¿Esto ha preocupado alguna vez a los autores? ¿Los grandes escritores, o los pequeños, dicho sea de paso, se han planteado alguna vez: “hum, creo que debería tener cuidado, esta novela se preocupa demasiado por la vida/inquietudes/desarrollo de los hombres y las mujeres podrían sentirse ofendidas”? No acabo de imaginar a Kafka planteándose la reacción de su público femenino. O a Bukowski. Ahí tenéis una imagen divertida.
Bromas aparte, me pregunto: ¿debemos las escritoras preocuparnos por ofender a nuestros lectores, en masculino? Y me respondo, no más que por ofender el sentido común o el buen gusto de cualquier ser humano. La literatura es una forma de expresión artística, y ya sabemos que la experiencia femenina en concreto está infrarrepresentada, sobre todo la contada por mujeres. Así que no creo que deba preocuparme que mi próxima novela sea “demasiado feminista”. Me preocuparía mucho más que fuera incoherente, poco interesante o no estuviera bien escrita, o peor, no compartir mi experiencia o mi visión del mundo, por miedo o por vergüenza.
Postdata: la novela está empezada. ¿El reto de Nanowrimo? Apenas cinco mil palabras. Tal vez a la quinta vaya la vencida…